“La exclusión de la mujer responde más a intereses masculinos que a la capacidad biológica”
La socióloga Carolina Cabello, especialista en deporte, comentarista deportiva e integrante del Centro de Estudios Socioculturales del Deporte (CESDE), conversó con El Arrebato y analizó diversos puntos de la práctica del fútbol, concluyendo que se trata de un deporte “atravesado por el género”.
Por: Jimena Améstica Zavala
“El fútbol moderno desde sus orígenes como deporte y como institución de la sociedad, se construyó en base a determinados intereses de ciertos grupos sociales, quienes impusieron su propia visión de mundo, masculinizándolo”, así comienza su análisis la socióloga Carolina Cabello, especialista en deporte, comentarista deportiva e integrante del Centro de Estudios Socioculturales del Deporte (CESDE).
En conversación con “El Arrebato”, describió los componentes y estructuras del fútbol, asegurando que es un deporte atravesado por el género, donde existiría una asimetría y una exclusión hacia las mujeres.
“En nombre de ´ser mujer ‘se nos ha impedido desarrollar capacidades físicas y explorar los límites de nuestra corporalidad. Primero, en nombre del cuerpo y luego de la emocionalidad, se les ha prohibido a las mujeres practicar deporte y fútbol, no solo legalmente, sino que culturalmente”.
En este punto, explicó que la teoría deportiva feminista durante los años 70´ fue central para abrir los espacios, tras demostrar que los cuerpos femeninos también se encuentran fisiológicamente capacitados para ejercitarse física y mentalmente.
“Estas investigaciones señalan que la exclusión de la mujer responde más a cuestiones de poder e intereses masculinos que a la capacidad biológica y psicológica de la mujer por sufrir el sacrificio y la disciplina que exige el rendimiento”, sostuvo.
LAS BARRAS
Para Cabello, otro de los ejes principales que se deben tomar en cuenta son las practicas al interior de las barras, donde si bien “las mujeres en base a resistencia y pasión han logrado abrirse un camino propio”, esto no sería suficiente.
“La participación femenina por sí sola no es suficiente para acabar con los problemas del fútbol masculinizado y los valores que éste promueve (competitividad, sacrificio, éxito, etc.). Algunas mujeres son capaces de realizar deportes que contradicen el estereotipo femenino dominante, pero eso es absolutamente insuficiente y contradictorio con los intereses de las mujeres si no logran superar o romper definitivamente con un estereotipo que las subordina y oprime”, insistió.
Incluso, la socióloga va más allá, abordando que la “corporalidad” del fútbol tiene dos facetas: “para el hombre ser futbolista, para la mujer ser la señora o la amante del futbolista, que se destaca por su belleza, por su ´cuerpo debido´; por ser un objeto de deseo. Si te pregunto por Daniella Campos, Eugenia Larraín o Maite Rodriguez ¿Sabes a quién me estoy refiriendo? Pero si te pregunto por Ada Cruz, Natalia Alarcón o Francisca Lara, ¿Las reconocemos?”, cuestionó.
Por otra parte, según Cabello, el “lenguaje sexista” sigue siendo algo común en muchos espacios, y también son reproducidos en las barras como una manera de “denigrar al rival”. Algo similar ocurre con la llamada “cultura de la violación”. Sin embargo, existirían excepciones que avanzarían por convertirse en regla.
“Lo bueno, es que en distintas barras chilenas ya se ha comenzado a visibilizar esta conducta como algo negativo y excluyente, han surgido organizaciones de hinchas que han realizado un arduo trabajo desnaturalizando el lenguaje sexista y la cultura de la violación en las galerías como forma de combatir el machismo y hacer más pareja la cancha”.
LIBERTAD DE JUGAR
Un hecho, que pocos conocen, es que solo en 1969, tras la presión de colectividades de mujeres se logró levantar la prohibición del fútbol femenino en la FA y la FIFA que regía desde 1921. De aquí surgiría la diferencia con Europa y la realidad Latinoamericana.
Cabello, sostuvo que tras este episodio “en 1970 se realiza la primera copa del mundo no oficial en Italia, en 1971 se crean las primeras ligas gracias a una política de fomento levantada por la UEFA. Mientras tanto en Sudamérica se hacían comunes los gobiernos militares que retrasaban el desarrollo”.
En este sentido, la socióloga comentó que recién en 1991 se realizó el Primer Mundial Oficial y la primera Copa América Femenina, en donde tuvo participación Chile con Ada Cruz como la mejor jugadora del certamen. Esto daría paso a la corta pero intensa historia del profesionalismo a nivel nacional.
“A pesar de ello, tuvieron que pasar dos décadas más para que el fútbol femenino en Chile fuera visto con buenos ojos por la ANFP y los clubes. (…) El fútbol femenino en Chile ha sobrevivido a pura autogestión. Así las diferencias con las europeas y norteamericanas quedan en evidencia, el camino en Chile ha estado lleno de baches y obstáculos estructurales y culturales”, remarcó.
Sin embargo, este escenario va cambiando y de hecho, la experta agregó que se estima que hoy cerca de 500 mil mujeres juegan fútbol de manera asociada, y siguiendo este camino, las nuevas generaciones de futbolistas mujeres no tendrían tantas diferencias con las europeas.
“Las mujeres triunfarán en el fútbol cuando éste sea un espacio para desarrollar sus deseos y les permita alcanzar su libertad, misma libertad que hoy tiene un niño varón para elegir jugar a la pelota y ser futbolista”.