El Arrebato

Periodismo desde las Entrañas

La bicha

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Por Kelsang Bas Belda (Berlín, Alemania)

Fue tal como te lo cuento. Por la mañana me desperté fua tarde y fui directo al taller de mi padre. Llegué sudando y con la jocha bien dolorienta. El sol brillaba rojo tras el cielo gaseoso y amarillo. Hacía fua calor. La noche anterior habíamos ido de turgue en turgue hasta bebernos hasta el último chorro de carburo, y por eso me dolía tanto la jocha. 

En el taller de mi padre no había nadie. Me tocaba a mí abrir ese día, ni rastro del jefe por allí. Para no amuermarme, primero puse un poco de orden, limpié esto y lo otro, hasta que vi que era un día fua tranquilo y que no me quedaba otra que sentarme con las piernas sobre la mesa. 

Miré el reloj. Los engranajes no marcaban todavía las 11:11. Habíamos quedado a las 15:55, lo recordaba fua bien. Solo con pensar en ti ya me subían las revoluciones. La bujía me iba a mil al recordarte, porque, tía, ya sabes. Pero faltaban todavía fua vueltas de tuerca para que llegaras. 

Me di una vuelta por la calle, pero el polvo y el sol daban fua asco, y la gente del bazar estaba a lo suyo, adormilados y hoscos. Un rato más tarde vino un cliente, un chasco de orco feo que solo quería recambio de grasa para su moti. La verdad es que tenía un equipo fua fuerte, neumático y tilno, potente, ¿sabes? Pero los orcos nunca me dan buen cañón. ¿Sabes esa sensación de cuando te mira un orco y es como si te agarrara fua fuerte de la correa del alma y tirara con toda su rabia? Como que de pronto se te ponen al volante de ti mismo y estás perdido. Bueno, pues el menda dientudo me paga más de lo que toca y me dice, quédate con el cambio, fua sobrado el tío. Y se va. Y me vuelvo a quedar fua solo y amuermado en el taller. 

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Entonces me pongo a pensar. ¿Y si yo tuviera una moti tan potente como la del dientudo? Sería fua relámpago, baby, te podría llevar en ella por toda la pista, iríamos a todo gas, yo le daría fua petardo al bicho y tú te agarrarías fuerte a mi espalda, pero no porque tuvieras miedo ni nada, porque sé que no tienes de eso, sino porque yo te gustaría fua por tener una moti como esa. 

Y, claro, resulta que el taller de mi padre está lleno de cosas. ¿Y qué pasaría si me construyo mi propia moti? No es que sea yo un cerebro tope engrasado, pero seguro que algo sé hacer. Trabajo en un taller, ¿o no? Pues eso. Me pongo a ello. Tuerca, historia, bujía, arallo, para aquí para allá. Desempolvo un montón de piezas (algunas ya estaban montadas y engarzadas y todo eso, tengo que confesar), y me pongo a construir la mejor moto que se ha visto en el gueto. 

Cuando miro el reloj son más o menos las 13.33, faltan como dos vueltas para que vengas, y la moto no está ni para arrancarla, porque yo tampoco es que sea un genio. Pero al menos la tengo ya de pie. La bicha tiene un cañón como de antigua y de rebelde, así llena de piezas doradas y de color óxido, como se te quedan los dientes después de un trago del brebaje del turgue de Jonny Zarpas, pero la parte frontal, el contrachapado, está medio feo. En realidad, está fua feo. Y me digo, bueno, en dos horas no la arreglo del todo, pero si al menos la dejo guapa de verdad, me sirve para impresionarte un poco, aunque no arranque. 

Salgo del garito y me voy a buscar pintura. Y está el sol cayendo fuerte, me está dando de lleno en la jocha, y antes de llegar a la tienda sé qué pintura voy a querer. La compro, vuelvo al taller, y me pongo a ello. ¿Sabes ese color verde-azul como el de la gasolina? Es como el de esas moscas brillantes que van a las mierdas. Es oscuro, pero es brillante, flamante, y parece tanto químico como metálico. Ese es el color. 

Total, que la pinto, y entre el dorado y óxido y el verde-azul gasolina mosca de mierda me queda una moti fua de guapa. Y cuando la tengo, todavía ni he probado a arrancarla ni nada, pero ya me está dando la sensación de satisfacción. Ya he cumplido el día, me digo. Y miro la hora, y ya son fua pasadas las 14.44; no falta mucho para que llegues. Oh, baby, qué ganas tenía de verte. 

Y como ya había terminado de montar y pintar la bicha, me siento en la mesa y tiro las piernas por encima, las cruzo, me pongo las manos tras la jocha, y ahí fua chulo me quedo a esperarte. Pero claro, como ya he cumplido con el día, pues como que me bajan las revoluciones o algo, se me apaga la bujía, y me termino por dormir. 

Y no te lo vas a creer. Resulta que me despierto, y ya son fua pasadas las 15.55 y no te he visto por aquí. De hecho, creo recordar que soñé contigo, con tu voz, que me llamabas o algo, pero yo estaba fua ido por la resaca. Y abro los ojos, miro la tuerca, es fua tarde, no has venido, y entonces me doy cuenta. Me rasco los faros, porque no me lo creo. La moti no está. La bicha que me he currado todo el día, ahora no está. Me la han birlado. 

Me pongo en pie, grito y todo, y no veas el escándalo que monto. Y entonces lo pienso: ¿quién iba a venir a robarme a mí una moto chatarrera recién montada? Si en todo el día no ha aparecido nadie por mi taller. La única persona que tenía que venir eras tú… Y ahí es cuando caigo. 

Baby, ¿me has robado tú la bicha?

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