Violadas para castigar,violadas para someter:mujeres y la violencia política sexual

Por Giselle Stapung y Joaquín Pérez Salvo
En el contexto de conflictos bélicos, la violencia sexual contra las mujeres no se manifiesta como una acción aislada que cometen algunos solados descontrolados, sino que se constituye como una táctica de guerra, según expresa el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM).
A consecuencia, las víctimas pueden presentar traumas emocionales y daños psicológicos, lesiones físicas, embarazos no deseados, estigma social e infecciones de transmisión sexual como el VIH. Esto, destruye y aterroriza a familias y comunidades enteras e impide que mujeres y niñas participen en la vida pública.
Tenía 23 años, cuando, a pocos días del golpe, fue retenida en una de las torres del Estadio Nacional. Entre grilletes y murallas vivió y presenció la tortura, para luego quedar en libertad sin mayor explicación. Para Nieves Ayress, el real salvajismo se desataría en su segunda detención, en el 74’, con la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) de Manuel Contreras.
La violencia empleada por un Estado en contra de su población se le conoce como terrorismo de Estado y su fin es sembrar el terror para inmovilizar al enemigo político. Esta parece no tener un origen claro dentro de la historia política y social en Chile, pero sin lugar a dudas, debido a su brutalidad, se establece “popularmente” en la dictadura cívico-militar de Pinochet.

Andrea Zamora Garrao estable en su investigación, “La mujer como sujeto de la violencia de género durante la dictadura militar chilena: apuntes para una reflexión” (2008), que la prisión política y la tortura
constituyeron una política de Estado del régimen militar, ya que por medio de la violencia política, los militares imponen un discurso y una práctica autoritaria, instituyendo una lógica de la violencia para toda la sociedad.
Una de las manifestaciones de la violencia política, es la violencia política sexual, ejercida mayormente a los cuerpos feminizados con el fin de crear el efecto del miedo, para que las mujeres y disidencias “no puedan estar seguras, ni en el espacio público, ni en el privado”, según declara la abogada, activista y exmiembro de la Asociación de Abogadas Feministas, Javiera Molina. Para ella, la violencia sexual es una práctica cotidiana en la vida de las mujeres, pero ¿qué ocurre cuando la violencia la comete el Estado?, quien, según la Constitución Política vigente, debería resguardar la seguridad nacional, dar protección a la población y a la familia.
Beatriz Bataszew, sobreviviente de la violencia política sexual e integrante del colectivo “Mujeres Sobrevivientes Siempre Resistentes”, asegura que la violencia política sexual es un castigo político para violar la integridad física, corporal y la libertad sexual, con el fin de callar y devolver al lugar que se les “tiene asignado a las mujeres” que luchan.
“Me condujeron a un centro de torturas en el número 38 de la calle Londres, donde permanecí dos semanas sola e incomunicada y fui tratada salvajemente. Las torturas incluían golpes, choques eléctricos a las partes más sensibles del cuerpo como ojos, senos, ano, vagina, nariz, oídos y dedos” relata Nieves en su testimonio.
“LAS VAMOS A CASTIGAR”
Beatriz fue militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) en el 74’, a sus 20 años de edad. La estructura del partido se estaba reconfigurando tras la oleada represiva de la dictadura. Pese a ser, según comentó en ese momento, “el último pelo de la cola” de la organización política, la DINA no vaciló al momento de llevarla a la casa de tortura Venda Sexy, como se le conoce actualmente.
—Ahí paso de todo … era muy jovencita.
Para la antropóloga feminista, Rita Segato, “la violación es una forma extrema de acción, de poder, de un acto de dominación sobre el cuerpo de una persona, sea hombre o mujer… la agresión es por medios sexuales, pero la finalidad no es sexual, sino que es de dominación”.

Desafiar a la dictadura, al sistema, al orden impuesto, a las estructuras de poder, pero también los roles de género. Todo era castigado. “Estamos hablando de años donde se consideraba que la sexualidad de la mujer tenía que tener prácticamente un fin reproductivo y habíamos otras mujeres que pensábamos que no, que nosotras perfectamente podíamos optar al placer”, asegura la ex militante del MIR.
Uno de los “proyectos” de la dictadura, era la promoción y ejecución de una política-ideológica específica hacia la mujer. Para así, ejercer un poder hegemónico en el sujeto femenino “mediante la perpetuación
de un sistema de subordinación y dependencia, que relegaba a la mujer al espacio privado y doméstico”, explica Zamora.
Es decir, mediante un discurso público, se buscaba que la mujer cumpliera su rol de esposa y madre. Por ello, la violencia política ejercida a los cuerpos femeninos se orientó en gran mayoría a una violencia de género, que iba desde la violencia psicológica, hasta el uso de la violencia sexual, como una estrategia disciplinante hacia las mujeres.
¿Cuál es el fin de la violencia política sexual? ¿Por qué el Estado vulneraría los derechos humanos, si la Declaración Universal de los Derechos Humanos ya estaba vigente en 1948?
Para la abogada Javiera, la respuesta es perpetuar el control social y anular la calidad de sujeto de derecho de las mujeres y los cuerpos feminizados. Tal vez puede sonar cliché hablar de control social, o algo propio de una teoría conspirativa, pero todo cobra sentido si se evidencia de manera sistemática.
La violencia política sexual no sólo busca atacar y generar miedo en mujeres y disidencias, sino que es una forma de golpear al enemigo político del Estado en su totalidad. Golpea a la comunidad, a la pareja y a los hijos.
—Buscan ejemplificar lo que puede pasar si
no te sometes a las órdenes o al sistema
—Comenta Beatriz.
La mujer sobreviviente, que hoy reivindica su pasado, asegura que el castigo recae en las mujeres, incluso por el simple hecho de ser pareja o madre de un detenido, “hay compañeras que fueron violadas para que sus compañeros hablaran”.
—El nivel de deshumanización o el nivel en que tú eras convertida en un objeto, con el cual se hacía lo que ellos querían, era profundamente violento y horrible.
No solo tenía que ver con las mujeres, sino que con la sociedad en su conjunto: “esto les pasa a las mujeres que se meten donde no se tienen que meter, las vamos a castigar y la vamos a castigar muy castigadas, para que aprendan”, Beatriz toma la voz del perpetrador, resuenan estas palabras, como si de un recuerdo se tratase.
Como ya se mencionó anteriormente, la violencia política sexual no es propia de la dictadura, ni de Chile, sino que de la historia a nivel mundial. Está presente en tiempos de guerra y paz, es parte del sistema patriarcal. Javiera, asegura que en el estallido social del 2019, la memoria histórica tomó un papel
crucial, la generación antigua y las nuevas “sienten el terror de que esto puede volver a ocurrir y ese miedo, ese terror es el que siembra la violencia política sexual, es una herramienta del terrorismo del estado y perpetuar la dominación”.

La historiadora e investigadora, Zamora, declara que los hechos de la violencia sexual ejercida contra las mujeres como forma de tortura, han sido escasamente cuantificados por los organismos de derechos humanos. “Solo el año 2004, con la publicación del Informe Valech, el Estado chileno comienza a reconocer la especificidad de género en la represión durante la dictadura”.
1.160 Y CONTANDO…
“Al momento de ser detenida le inmovilizaron las manos por la espalda, utilizando lazos de plástico, le apuntaron con el arma de servicio en la cara y la pusieron boca al suelo sobre la basura, indicándole que si se movía le dispararían, para luego empezar a tocar su cuerpo con el fusil y amenazarla con penetrarla con el arma”, señala un testimonio extraído del Informe Anual Sobre Derechos Humanos en Chile 2020, Centro de Derechos Humanos, Facultad de Derecho de la Universidad Diego Portales.
Según el Informe Anual 2022 : Situación de los Derechos Humanos en Chile, del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) la institución ha acompañado a 3.626 víctimas por violaciones a los derechos humanos ocurridas en el estallido social. Esta cifra representaría el 33% del total de casos, según los datos aportados por la Fiscalía Nacional del Ministerio Público en septiembre de 2022.
De estos 3.626 casos, los hechos de violencia sexual representan cerca de 32% del total. Estas denuncias contemplan desnudamientos, tocaciones, amenazas de violación y violación y/o introducción de objetos por vía anal, vaginal o bucal. 119 de estas denuncias corresponden a niños, niñas y adolescentes, y 283 pertenecen a uno o más grupos de especial protección.
Según lo ha demostrado la historia de nuestro país, probablemente estas cifras no logran representar la totalidad de los casos de violencia sexual. El miedo al rechazo o a la persecución provoca el silencio. “Al igual que en nuestro caso, hay personas que 30 o 40 años después empiezan a hablar”, comenta Beatriz.
La abogada sostiene que esto se debe, principalmente, a que la policía tiene el poder de buscarte, pueden tener acceso a informaciones de tu casa, de tu familia, de dónde estudias y de donde trabajas. Por ello, Las víctimas temen las represalias directas de los victimarios, ya que es perpetrada por personas que representan al poder, el cual “tiene tentáculos que incluso llegan al poder judicial o al Poder Ejecutivo”
—Eso es lo que genera ese tipo de violencia política sexual, que es la sensación de impunidad —Afirma la ex militante del MIR.
Ambas mujeres concuerdan en que no se ha problematizado socialmente que la violencia política sexual ocurre en democracia. No sólo en periodos de crisis o revueltas, ya que la interseccionalidad toma un papel importante en el asunto, las mujeres mapuche y migrantes son sujetas en el ojo del huracán de la violencia Estatal.
“En numerosas ocasiones, las violaciones en masa continúan a pesar del silencio de las armas y de la firma de los tratados de paz”, establece UNIFEM Agregan que, pese a que la violación sistemática es considerada un delito de lesa humanidad y un crimen de guerra, en la mayoría de los casos no se impone ninguna condena y la impunidad se perpetúa.
NOSOTRAS NO SOMOS VÍCTIMAS, SOMOS SOBREVIVIENTES
La violencia política sexual, como tal, no está reconocida en el ámbito penal, pero los hechos de connotación de violencia sexual, están categorizados como una de las violaciones a los derechos humanos más extremas hacia las mujeres.
Aun así, según comenta Javiera, en Chile existen protocolos sobre cómo debo actuar o qué se debe hacer en el caso de ser víctima de violencia política sexual. Estos “paso a paso” en su mayoría no están avalados por el Estado, sino que son iniciativas de organizaciones o ciertas instituciones, “hoy día el Estado de Chile no tiene una respuesta eficiente para las violencias contra las mujeres”.
Por otro lado, declara que no se ha logrado generar justicia, verdad y garantías de no repetición para las víctimas de la dictadura. Declaración que complementa en profundidad Beatriz.

—Nosotras no hemos tenido justicia por parte del Estado, no hemos sido reparadas por el Estado. Ser reparadas significa que nunca más pasara eso y paso en la rebelión popular. Hemos recibido la reparación y la justicia entre nosotras. El Estado nos violó y el Estado no nos da justicia y no nos va a reparar nunca y va a seguir violentando, ejerciendo violencia política sexual cada vez que el sistema esté en crisis va a seguir vulnerando los derechos humanos.
Desde el colectivo Mujeres Sobrevivientes Siempre Resistentes no se autodenominan como víctimas, sino como sobrevivientes y luchadoras. Transformar lo privado y sacarlo a luz pública, mostrarle a la sociedad lo que es la violencia política sexual y que sepan también que “nunca van a obtener justicia en este sistema. Y que todas estas modificaciones de leyes, o una cosita por aquí, otra cosita por acá, sencillamente no sirven… Las mujeres en realidad no tienen justicia”.