El Arrebato

Periodismo desde las Entrañas

El arte de teñir: Técnicas y memoria junto al cuidado biocultural

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Bongolan/ Nota. Bogolan, las telas de barro de Mali (Fotografía), por Kumakonda, 2024. Web (https://kumakonda.es/bogolan-bogolanfini-mali/)

Junto con la privatización de los sectores forestales se ha impedido el acceso a los lugares donde se puede reconocer y recolectar el material necesario para trabajar en artesanía o en otros oficios. Y como señaló la autora Ana Roquero “es prácticamente inevitable, sin embargo, que estos testimonios vivos, que ilustran a la perfección la actual propuesta teórica de desarrollo sostenible, tengan los días contados y dada su marginalidad, su desaparición apenas conmoverá a alguien”.

Por: Pilar Godoy Cortez

Desde tiempos prehispánicos el color es símbolo de identidad. El teñido natural ha sido y es una práctica que permite transformar elementos del mundo mineral, vegetal y animal en una paleta cromática plasmada en vestimentas y artefactos textiles portados por diversas culturas.

La búsqueda por encontrar el pigmento adecuado ha hecho que la experimentación tintórea sea una práctica artesanal que se mantiene hasta el día de hoy y que es reflejo de una serie de observaciones y relaciones con la naturaleza donde se habita.

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Teñido con barro y depe
Teñido con barro y depe (Video), por Red Artesanía. 2009. Youtube.
(https://www.youtube.com/watch?v=KisvwGAaA5k)

Para diversos pueblos el color es representatividad, manifestando un rol social, función o lenguaje específico, relacionado muchas veces a la cosmovisión que poseen. Por lo tanto, el trabajo de artesanas y artesanos para llegar al color preciso implica un conocimiento que proviene de su relación directa con el entorno, la técnica experimentada y las historias contadas, que resultan luego en tradición y herencia. Valorar el oficio del teñido natural es parte del cuidado hacia la biodiversidad tanto natural como cultural del lugar que proviene.

Las autoras Baixas y Philippi se refieren al “arte de teñir” como una rama de la química aplicada, logrando una unión permanente entre el colorante y la materia. 

Dentro de los tintes naturales, el negro es un color que se puede relacionar con el elemento hierro, encontrado en forma de óxidos dentro de la naturaleza. Este compuesto reacciona junto al tinte con características taninas, modificando su color hacia tonos más oscuros, convirtiéndose en una paleta de grises y negros.

En diversos pueblos y culturas el color negro es y ha sido parte de vestimentas, pinturas, y diseños.

“ ‘El kepam debe ser negro, ninguna mujer puede usarlo de otro color’ (Hilger 1957:228). (…) El kepam es el chamal de la mujer; esta se envuelve en él, cubriendo su cuerpo desde los hombros hasta los tobillos (…) Entonces su kepam es negro, el color de la ropa ‘real’ ” (Mege,1990, p 25). Los barros o arcillas ferruginosas poseen alto contenido en hierro y se caracterizan por su estado de pudrición. Actúan transformando el color del tinte tanino, oscureciendo los tejidos de cualquier tipo de fibra, previamente tratado.

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Tejido teñido con tierra negra
Nota. Vestimenta tradicional. Some of the local Chamulas (Fotografía), por México Travel and
Leisure, 2024. Web (https://www.mexicotravelandleisure.com/travel-guide/san-juan-chamulachiapas/)

Por su parte, los taninos son sustancias vegetales y en tintorería cumplen la función de mordiente para fibras, especialmente las de origen vegetal. Los podemos encontrar en ciertas raíces, tubérculos, tallos, madera, corteza, o frutos.

DEGRADACIÓN DE LOS BOSQUES Y LOS RITMOS DEL MERCADO

En la actualidad, hay pueblos indígenas que aún mantienen viva esta sabiduría tintórea, y son las artesanas y los artesanos quienes portan la experiencia y se encargan, según sus circunstancias y realidades, de su traspaso. En lo que respecta a esto último, existen varios elementos que dificultan la difusión de esta práctica, por lo que con el tiempo se ha generado un desconocimiento que no resguarda ni valora la continuidad del oficio.

Uno de estos tiene que ver con la degradación de los bosques, los matorrales y los humedales en los que se gesta un ecosistema apropiado tanto para las plantas y árboles taninos, como para la formación de barros ferruginosos. Los monocultivos arrasan con la regeneración de estos espacios, dejando atrás la existencia de miles de especies y, con ellas, el desarrollo de estas prácticas ancestrales.

Asimismo junto con la privatización de los sectores forestales se ha impedido el acceso a los lugares donde se puede reconocer y recolectar el material necesario para trabajar en artesanía o en otros oficios. La posibilidad de utilizar las plantas nativas con fines tintóreos resulta muy valiosa desde la perspectiva de favorecer la conservación de las especies nativas. Difundir este nuevo aspecto de las especies nativas es de suma importancia al sumar un valor agregado a su simple presencia. (Capodoglio Graciela; Manolio Mónica; Lemos Marina; Cabrera Marcos. 2018. P 37)

Por otro lado, con la llegada de tintes sintéticos como la anilina, introducidos a finales del siglo XIX o inicios del XX, se ha facilitado la obtención del color negro. Así es como el teñido natural ha sido dejado de lado, al preferirse la preparación de los tintes en menos tiempo y el logro de colores más saturados y definidos con mayor rapidez y menos esfuerzo.

De esta manera, el tiempo del tinte ha terminado por acomodarse a los ritmos del mercado en un sistema capitalista, que privilegia la cantidad y la rapidez de producción para tener más oportunidad a la hora de vender. El teñido natural no es valorado económicamente. La realidad es que los compradores desconocen la ardua faena que implica llegar hasta los lugares en que se recolecta el barro y el largo tiempo que un tinte natural necesita para alcanzar el color deseado. Es por esto que las artesanas y los artesanos han descontinuado la práctica de esta técnica ancestral, mientras optan por comprar el color para abaratar costos y acortar tiempos en la realización de sus productos.

“SU DESAPARICIÓN APENAS CONMOVERÁ A ALGUIEN”

“Artesanos tintoreros han manejado durante milenios los recursos naturales para la obtención de colorantes, algunos de frágil estabilidad, cuidando de no agotarlos, o bien recurriendo a su cultivo o domesticación”, describiría Ana Roquero, añadiendo en su trabajo “Colores y Colorantes de América” que “es prácticamente inevitable, sin embargo, que estos testimonios vivos, que ilustran a la perfección la actual propuesta teórica de desarrollo sostenible, tengan los días contados y dada su marginalidad, su desaparición apenas conmoverá a alguien.”

La biodiversidad o diversidad biológica abarca a las distintas especies de plantas, animales, hongos y microorganismos que viven en un espacio determinado. La recolección tintórea respetuosa y recíproca con los bosques, espacios biodiversos, permite dar visibilidad a un territorio, a través de la identificación de sus especies y el cuidado en su regeneración.

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Manu, barro en Shipibo
Nota. Recolección de barro para pintar. 2016. Registro personal. Artesana Shipibo Silvia Marín García. Yarinacocha, Amazonas. Perú

Los colores que resultan de las especies y elementos a recolectar nos muestran una identidad plasmada en una gama de tonos que nos revelan un ciclo, estación, temporalidad, etc. siendo características propias de cada lugar.

Artesanas y artesanos tintoreros de teñido natural permiten a través de su práctica continuar con el cuidado del ecosistema, ya que sin esa fuente viva no existiría ni el espacio ni los elementos necesarios para que la práctica artesanal prevaleciera.

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