El Arrebato

Periodismo desde las Entrañas

Ser cochina en 2025

WhatsApp Image 2025 10 26 at 12.32.12
Fotografia ©2025 Víctor Borredá

Por Antonia Améstica Vassart

—”En un mundo de plástico y ruido, quiero ser de barro y de silencio”.

(Eduardo Galeano)

Chicholina, yo te quiero, yo te amo, yo te adoro porque eres cochina”.

(Los Peores de Chile)

La palabra humano viene de homo, que a su vez proviene de hummus, en latín. Esto no quiere decir que nuestro ancestro etimológico haya sido ñuñoíno o vegano, sino que hummus significa tierra. Provenimos de la tierra, somos hijos de la tierra, como diría el Gato Alquinta.

Hoy parece que hemos olvidado esa genealogía. Vivimos en un mundo de plástico y crueldad, como atisbaba José Sbarra. Está en alza la moda de las clean girls, las “chicas limpias”. Tener “buen gusto” es tener el gusto de la oligarquía: jeans claritos, peinados de vaca, rostros sin acné, lo más liso y brillante posible, lo más parecido a una pantalla de celular.

Pero la estética cochina también se ha vuelto rentable. Basta entrar a una tienda vintage donde te venden un chaleco-ex-mortaja a setenta mil pesos, bella. La supuesta “rebeldía” también se ha convertido en mercancía: el capitalismo absorbe hasta los pelos crespos que decoran los párpados y las oblongas pezuñas de reina rasca. No tengo nada contra el K-pop —hasta yo misma tengo microplásticos en las gónadas—, sólo planteo que quizá en la mesura se encuentre la virtud, o al menos una veta menos asquerosa del capitalismo rampante.

El estilo y la forma son también el fondo. Hay que cuidar ambos, sin cargar demasiado en uno ni en el otro. Si nos obsesionamos con la pulcritud, corremos el riesgo de convertirnos en maniquíes; si nos obsesionamos con el mundo interior, en cambio, corremos el riesgo de ser unas hippies, niñas índigo, hediondas de ego y de caca.

Profilicidad es un término acuñado por Moeller y D’Ambrosio: hoy todas tenemos un perfil de Instagram y cuidamos excesivamente de él. Con el auge de las rinoplastias, los labios hipertrofiados: este perfil molde se vuelve realidad. Nos quedamos en el ombligo. Culpamos a los padres, miramos hacia adentro y nos perdemos allí. Pero en realidad somos apenas un moco que nunca conocerá su propia forma si no aprende antes a mirar lo que lo rodea.

Tal vez no sea tan importante gastar tanto tiempo en tratar de ser distintas exteriormente. Que nos importe menos el estilo personal y más la capacidad de jugar, de no tomarse tan en serio e inventar para entender.

Porque lo visible es sólo un adorno de lo invisible. La hermosura, el alma y la eternidad no se ven. Quizás una vuelta a la suciedad adolescente nos devuelva a la tierra: una limpieza del espíritu que no necesita ni jabones ni iglesias. Jugar, ensuciarse un poco, ser cochina —como la Chicholina— es demasiado humano.

Se es más libre cuando recordamos que venimos del polvo enamorado y que a él volveremos. Porque la tierra es eterna posibilidad. Y el plástico, en su presunta eternidad, es lo más perecedero.

© [El Arrebato] 2025
Repost permitido solo con crédito y enlace al original.

Compartir:
Suscribete
Notificar de
guest

0 Comments
Más antiguo
Más nuevo Más votado
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios
0
Nos encantaría saber tu opinión, por favor comenta.x