El Arrebato

Periodismo desde las Entrañas

[Fueguinos] De la ausencia de un nosotros

image 4

Por Celeste Núñez Bascuñan, Magister en Estética y Teoría de las Artes, Universidad Nacional de la Plata

La memoria, los contextos, el tiempo… son factores a los cuales nos referimos para hablar de un determinado grupo humano en una investigación. Todos estos elementos pertenecen a la historia, primero el relato oficial es el más inmediato, pero a medida que nos introducimos en la materia comienzan a vislumbrarse, otras historias, otras versiones sobre un mismo hecho e inclusive antecedentes menospreciados por aquella narrativa oficial.

Al referirnos a nuestros antepasados sucede con frecuencia, que no estamos seguros sobre quiénes son o quiénes fueron, y si además existe un interés por conocer su historia. Este es el caso de esta investigación; la pintura corporal fueguina, en los pueblos originarios de Tierra del Fuego. ¿Cuál es la visión que tenemos sobre ellos? La mirada que se enseña en las instituciones escolares, sobre los pueblos originarios radica en su capacidad de sobrevivencia: viviendas, caza, ritos y costumbres bajo el alero de la evangelización. Este relato despoja cualquier otra característica relevante acerca de las culturas Selk´nam, Kawesqar o Yagán; la comunión con el entorno, el sistema de comercio, diversidad en el lenguaje, entre otras características. Los prejuicios, mitos, opiniones fundadas o infundadas argumentan la idea general sobre estos antiguos habitantes.

Ante todo, para abordar una cultura precisamos de un elemento importante: la empatía, la cual nos permite aproximarnos al otro desde la comprensión, un terreno que nos establece como otro capaz de sentir y/o experimentar aquello que es inherente en nuestra condición de ser humano. Es decir, nos abre un camino que posibilita una aproximación a una cosmovisión lejana, pero plausible dentro de un sistema de organización sociocultural.

Nuestra realidad Latinoamericana está sujeta a una identificación homogénea por parte de la visión global, y esto se debe a diversos factores. Entre ellos, como plantea Nelly Richard, a la lectura uniforme casi caricaturesca de lo que es un latino, y también en parte por la falta de vinculación con el otro en su singularidad producto del fenómeno de “masas”.

¿Cómo entonces romper con esta realidad? Parece pertinente comenzar a pensar los cimientos de un escenario común, en que el «nosotros» sea capaz de identificarnos, no por una cuestión identitario de estado nacional, sino más bien por un asunto de hábitat, y el significado de habitar la memoria de un espacio conocido.

La manera en que los fueguinos experimentaron el territorio, fue a partir de una fuerte conexión con su entorno considerando al cosmos como parte de un todo. Esta certeza permitió que no perdieran su singularidad; en fin son procesos de asentamiento que aseguraban una vida armoniosa en cuanto a su experiencia directa con el mundo, manifestadas en su cotidiano y sus ceremonias por medio de expresiones como: la pintura corporal, la danza, el canto, entre otras.

Pensar en los fueguinos desde el origen es una tarea ardua, por lo poco que se conoce de su historia y cosmovisión. Gran parte de su población fue exterminada y su lengua es casi inexistente. Es necesario entonces pensar a las culturas pasadas desde el sentir posicionando a la sensibilidad, como herramienta del conocimiento estético en las memorias de culturas anteriores.

image 5

OBSERVACIONES EN EL CAMPO INVESTIGATIVO

A continuación, a modo experiencial algunas apreciaciones sobre la construcción de un imaginario fueguino: rescate de la cultura ancestral en Tierra del Fuego. Las experiencias según las ideas desarrolladas por John Dewey, son únicas en cada sujeto y además son intencionadas y conscientes en sí mismas. Es decir, el sujeto inherentemente quiere y necesita vivenciar una experiencia para percibir el mundo. Además, menciona que se generan utilizando una misma información, son promovidas por una misma base de datos. A medida que estas se modifiquen por la creación de nuevas estructuras operativas, su funcionalidad y capacidad podrá verse ampliada. Sin embargo, las experiencias al ser exclusivas de cada sujeto individual solo pueden ser testigo de su relato, he ahí su singularidad.

Muchas de las experiencias que tenemos en nuestra vida quedan en nuestra memoria aprendiendo sobre el mundo y nosotros, es así como nos sometemos en la interacción directa con la vida. Podemos incluso descubrir conexiones con otros campos del conocimiento, en experiencias estéticas fuera del campo artístico como Dewey argumenta: también son posibles en el cotidiano, porque estas apelarían a un interés y un goce sugerido por cualquier hecho ordinario, es decir que es posible conectarnos con los originarios a través de experiencias que promuevan un placer.

LA VIDA COMO UNA EXPERIENCIA

En Tierra del Fuego, en la ciudad de Ushuaia existen Museos interesados en contar la historia del lugar destacando los hitos que marcaron épocas. La llegada de Heraldo de Magallanes a la Patagonia en 1520, los primeros avistamientos de hombres en tierra firme, la interacción con estos pueblos y como consecuencia la “desaparición” de los originarios y apropiación de estas tierras. Luego el asentamiento definitivo; el conocido presidio de Ushuaia, la cárcel del fin del mundo; la llegada de mano de obra proveniente de distintos lugares del globo; destacando el inminente desarrollo económico que comenzó a tener la ciudad, que la ha posicionado como una de las ciudades más turística de Sudamérica.

Aquí la memoria es parte importante del negocio turístico pues se sustenta por la historia de sus antepasados, bien o mal contada tiene la característica de relato oficial, por tanto existe una plataforma común sobre los pueblos originarios y la llegada de los europeos, la evangelización y la civilización del salvaje. Este es el fundamento moral del “humanismo neocolonial”: se inserta la visión del buen salvaje, aquel se idealiza otorgando las cualidades y características más nobles del europeo para que sea la imagen de la Europa en sus primeros pasos.

De esta manera se occidentaliza, a partir de un supuesto reconocimiento a su humanidad apelando a la consideración con el menos evolucionado, y se le dignifica proporcionando un imaginario que se ajusta a los ideales de belleza y moral del viejo mundo. Esta situación se puede constatar en diversas ilustraciones en su mayoría del siglo XIX1, aprovechando también para que el propio americano se  generara una visión sobre sus antepasados. 

AD 4nXe3470eflt44w4KAeYZetrxmcuQ7Im flNCZYt0qtOrWoJO5L43ba t7TwZLX9IL0ijS5Gh WcNdV0SRdVU0RcgwjN GgDLZk982kTN
Litografía de Viero. Muestra a un  fueguino como un personaje griego, de  acuerdo con la estética dominante que idealiza al indio y escamotea la realidad étnica.

Estos análisis comienzan una vez definido el inicio de los originarios estableciendo que todos pertenecemos a una  misma especie humana, a partir de la metáfora biológica de  la historia. Notoriamente en este relato no se menciona que para contar con una adaptación exitosa las sensibilidades debieron ser alteradas, tanto de los originarios como para los  descendientes nacidos en el proceso invasivo, permitiendo la perdida de la singularidad y su evidente conexión con el entorno, porque el nuevo mundo corresponde a otros sentires y a otros desplazamientos desconocidos para la cosmovisión de sus antepasados. La identificación con ese otro no parte de experiencias de vida semejantes, por tanto se violenta imponiendo la memoria de ese otro, que le es totalmente ajeno.

Eliminaron una cultura y suplantaron una memoria, basta con preguntarnos sobre las experiencias fueguinas frente a la existencia del hombre invasor, que sentido le daban a su violenta presencia y  a otros tantos sucesos. Como desconocemos esas experiencias, sólo podemos generarnos una idea a partir de las emociones. El que nos sea posible contar con ese proceso significa que somos capaces de asimilar mediante ellas una empatía, una aproximación con la experiencia del otro aunque  pertenezca a otro tiempo, ya que es en ese lugar donde nos encontramos en nuestra condición humana.  

Re-construir estas memorias a partir de emociones generadas por un territorio requieren de una  conexión directa con el hábitat. Desde entonces las organizaciones sociales y su progresivo avance nos han desconectado de la íntima relación que conservábamos con la naturaleza de aquel  entonces, sustentando y aproximando nuestra existencia en lo material, prescindiendo de una  memoria común asentada en un territorio. 

La exploración hacia el uno mismo y la emergencia de encontrarnos en las sensibilidades, son cuestiones tan trascendentales para un cambio de conciencia humana, que han sido desplazadas y violentadas a tal punto, que no son consideradas en lo absoluto como un elemento significativo en el accionar humano, para investigarnos desde cualquier campo de estudio.  

Nuestras capacidades afectivas son hechos transversales, por tanto un originario, específicamente un fueguino nacido en nuestro tiempo, no debiese tener mayores complicaciones en su adaptación, como nosotros tampoco debiésemos tenerlos nacidos en su tiempo. Así mismo, con las  sensibilidades, el entendimiento de la cosmovisión de los originarios pertenece a un lugar y tiempo específico. Desde allí parte nuestra plataforma común para construir memoria, todos somos ajenos  a la experiencia fueguina, pero todos somos seres sensibles afectados por nuestro entorno.  

Una vez concertado este asunto podemos comenzar a indagar en la memoria, pues bien ¿Dónde  nace esta memoria? En la periferia, como también se piensa a partir de una filosofía  Latinoamericana plantea Enrique Dussel. El pensamiento crítico surge en la periferia, en el lugar  donde es posible ver desde fuera el centro dominante, un afuera que además es exilio permanente,  porque posee la característica de no lugar, el viejo mundo con todos sus razonamientos lo es. 

Es el momento de incorporar los relatos que se alojan o nacen en estos territorios baldíos, porque  indudablemente han sido ignorados. Una de las maneras para generar está aproximación- que nos  compete como campo artístico- es la dimensión estética, allí se construye un conocimiento sensible que enseña la esencia de una cultura. 

En la actualidad no tenemos tiempo para asimilar la sensibilidad, por eso es necesario preguntarnos qué sentimos antes de pensar, porque hemos pensado nuestra historia colectiva desde la invasión,  el destierro, la apatía y el poder. 

Atrevámonos a mirar nuestro interior, rompamos fronteras y generemos revolución encontrando  nuestra singularidad, es la llave que nos abrirá hacia un camino de encuentro. Seamos protagonistas  de nuestra historia. 

REFERENCIAS

∙ John Dewey El arte como experiencia. Editorial Paidós 2008. 

∙ Enrique Dussel Filosofía de la Liberación. Editorial Nueva América 1996. ∙ Miguel Rojas Mix América imaginaria. Editorial Lumen 1992. 

∙ Nelly Richard Fracturas de la Memoria Arte y Pensamiento crítico. Editorial Siglo Veintiuno  2013.

Compartir:
Suscribete
Notificar de
guest
0 Comments
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios
0
Nos encantaría saber tu opinión, por favor comenta.x