El Arrebato

Periodismo desde las Entrañas

16 años sin Patricia Verdugo: la periodista que encaró a la dictadura y fue declarada “enemiga de la patria”

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“Para las generaciones que siguen deseo un mundo sin armas. Las mías son la paz y la razón. Así como mi padre fue asesinado, seguramente lo será un nieto o un bisnieto. Pero no voy a renunciar ni como persona ni como periodista a ese sueño de que la vida sea una copia del paraíso, porque si lo hiciera renunciaría a ser persona”, aseguró en una entrevista la autora de “Los Zarpazos del Puma” que en 1989 reveló los pasos de la “Caravana de la Muerte” al mando del general Sergio Arellano Stark, responsable de la ejecución de 72 prisioneros políticos. Con su muerte quedó un vacío en el mundo del periodismo chileno, revelando un trabajo y una vida sin precedentes en cuanto a la denuncia del poder y la defensa de los Derechos Humanos. Revisa aquí dos de sus obras.

Por: Redacción El Arrebato

Hija de Sergio Verdugo, asesinado por Carabineros en plena dictadura y hermana de Roberto, militar que participó en el saqueo a la casa de Salvador Allende tras el Golpe de Estado, el trabajo periodístico de Patricia Verdugo continúa vigente. Transcurridos 16 años desde su muerte a causa de un cáncer, su ausencia se hace más fuerte en un nuevo 11 de septiembre, donde los relatos sobre el Golpe de Estado, los años de dictadura y el periodo de transición se expanden caracterizados por el negacionismo y la relativización.

“De la injusticia nacen deseos de justicia, del dolor nace la fuerza para lograrla y cuando el miedo llega a su limite, el resultado puede traducirse en las acciones más audaces pero el deber para con los muertos no me da tregua: ellos murieron, tu vives. Cumple con tu deber a fin de que el mundo sepa todo
aquello”, escribió en “Los Zarpazos del Puma” que en 1989 reveló los pasos de la “Caravana de la Muerte” al mando del general Sergio Arellano Stark, responsable de la ejecución de 72 prisioneros políticos.

El día del bombardeo al Palacio de La Moneda, la periodista vivía a cuadras de Salvador Allende. Según relató, salió al jardín con su hijo Felipe en brazos. “¡Fue aterrador! Ver los misiles salir disparados en diagonal desde los aviones fue una visión que me estremeció. Incluso un avión disparó en dirección contraria. Años después supimos que el error significó la destrucción de parte del hospital de la Fach. En todo caso, los aviones de guerra y el bombardeo de Tomás Moro, sumado al bombardeo de La Moneda, lo decían todo: había comenzado una pesadilla de proporciones”.

“Cuando empezó el toque de queda, la pregunta en el aire fue “¿Y ahora qué?”. No éramos de izquierda. Yo militaba en el PDC y mi marido simpatizaba con el mismo partido. Pero sé que cuando supe que el Presidente Allende estaba muerto, me transformé en “allendista”. No podía creer que eso estuviera sucediendo en mi país”, añadió.

Las preguntas que se hacía- la Premio Nacional de Periodismo 1997- en ese entonces antes de editar “Los Zarpazos del Puma” tenían relación con este episodio y también con el quiebre familiar con su hermano Roberto.

“¿Qué le pasó a mi hermano oficial de Ejército? ¿Cómo es que el chiquito que fue criado en mí mismo hogar, con los mismos principios cristianos y demócratas, me declaraba ahora enemiga de la patria? Durante la investigación (para el libro “Los Zarpazos del Puma”) fui entendiendo, ya que ahí supe del terror soterrado que vivieron los mismos militares y que los obligó a cumplir órdenes inhumanas e ilegales. Mi padre fue asesinado en julio de 1976. Obviamente su muerte impregna toda mi vida de ahí en adelante. No hay cómo separar a la hija sufriente de la periodista que investiga. Soy una sola persona”, aseguró.

Al respecto, contó que tras el Golpe de Estado Roberto llegó a la casa de su madre y contó cómo había sido el asalto a la casa de Salvador Allende. “Mostró “souvenirs” de guerra, entre ellos una medalla de oro -Premio Lenin de la Paz- del Presidente. Mi madre se enfureció y le ordenó devolverlo a la Escuela, para que la guardaran en el Museo. ¡Qué ingenuidad! Mi hermano, para disculparse, le dijo a mi mamá que se trataba de cosas mínimas, que los oficiales habían saqueado la casa llevándose cuadros, objetos de
arte, muebles”.

Sobre su padre, sindicalista y militante del partido Demócrata Cristiano asesinado en 1976, contó su historia en “Bucarest 1 8 7”, la dirección de la casa de Sergio Verdugo.

Evitaba pensar en la forma en que fue torturado, relató. “Imaginar el terror que sintió. Imaginar como le habrá saltado el corazón en el pecho al salir de la casa, sin poder siquiera escribir una nota pidiendo auxilio. Encontramos su cuerpo varios días más tarde en el río Mapocho, el río que atraviesa mi ciudad. En su cuerpo había huellas de tortura. De la peor de todas no había huella evidente. Solo el examen de sus pulmones podía indicar que el agua en que fue ahogado no era el agua de ese río café y barroso que fue tumba de tantos en mi país”.

Su labor de denuncia ya se había cimentado en 1986 con la publicación de “Quemados vivos” , donde expone la historia de Carmen Gloria Quintana y Rodrigo Rojas De Negri, quienes fueron roseados por combustible por una patrulla militar el 2 de julio de 1986. Por dicho trabajo Verdugo debió declarar en tribunales, cargos de los que posteriormente fue absuelta.

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