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Indemnizan a víctima de la dictadura torturado por Carabineros: perdió la dentadura y fue obligado a dormir en una piscina

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Según la sentencia de primera instancia, Carlos Loyola Arancibia, fue trasladado hasta la Cuarta Comisaría de Carabineros de Santiago, “lugar donde sus captores habrían procedido a torturarlo mediante golpes de pies y puños en distintas partes de su cuerpo y culatazos durante todo el período que estuvo en el lugar, el que se extendió por aproximadamente ocho horas

Por Redacción El Arrebato

La Corte de Apelaciones de Santiago ordenó al Estado de Chile indemnizar a Carlos Loyola Arancibia, estudiante y dirigente comunal que en entre 1985 y 1988 fue sometido a sesiones de tortura por parte de Carabineros. La justicia fijó el monto en 30 millones de pesos por el concepto de daño moral.

Según el fallo, “la indemnización por daño moral no persigue restablecer la situación de quien ha padecido el perjuicio, sino únicamente compensarlo, lo que conlleva siempre una forma imperfecta derivada de la propia naturaleza del daño padecido”.

Con ello, reconocieron que Loyola fue “una víctima directa de violaciones a derechos humanos perpetradas por el Estado, que a la fecha de los hechos tenía veintitrés años de edad, siendo sometido a encierro y torturas en diversos establecimientos”.

El caso de la víctima, que hoy tiene 60 años, fue reconocido por el Estado en la Comisión de Prisión Política y Tortura, Valech 1. Según se relata, en plena dictadura era dirigente estudiantil de DUOC, además de líder comunal en Las Condes como militante de la Izquierda Cristiana.

El 5 de noviembre fue detenido por carabineros en Alameda con Ahumada en Santiago, cuando participaba en una jornada de movilización social en apoyo a dirigentes sindicales y poblacionales encarcelados por haber convocado a Jornada de Protesta Nacional del 4 de septiembre de 1985.

Según la sentencia de primera instancia, fue trasladado hasta la Cuarta Comisaría de Carabineros de Santiago, “lugar donde sus captores habrían procedido a torturarlo mediante golpes de pies y puños en distintas partes de su cuerpo y culatazos durante todo el período que estuvo en el lugar, el que se extendió por aproximadamente ocho horas, quedando citado al Juzgado de Policía Local acusado de provocar desórdenes públicos”.

En una segunda oportunidad, el 23 de octubre de 1988, fue detenido en la comuna de Estación Central, luego de finalizar un acto convocado por la Izquierda Unida, siendo trasladado hasta una comisaría de Carabineros ubicada en calle Chiloé , donde nuevamente recibió a golpes de pies y puños en distintas partes del cuerpo, especialmente en la cara y la cabeza, que le habrían provocado la pérdida de su dentadura frontal superior. Además de haber recibido insultos, malos tratos y vejámenes, fue obligado a dormir en una piscina.

Al día siguiente fue puesto a disposición del Segundo Juzgado Militar acusado daño a vehículo fiscal y ofensas a Carabineros e ingresó en la Penitenciaría, lugar desde donde obtuvo su libertad incondicional el 28 de octubre de 1988. Al momento de su detención se habría a presentado un recurso de amparo en su favor ante la Corte de Apelaciones de Santiago.

La justicia concluyó que “a partir de los episodios de tortura física y psicológica, además de la pérdida de parte de su dentadura, le habrían provocado en trastornos del sueño, pesadillas, depresión, ansiedad, crisis de angustia, entre otros síntomas, revelando padecer un trastorno de estrés post traumático de carácter crónico hasta la fecha”.

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