El Arrebato

Periodismo desde las Entrañas

Mauricio Redolés: “La poesía consustancialmente es lejana al poder, y yo al poder no le debo creer nada”

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“Tú no escribes poesía para obtener un trabajo en el Ministerio de Relaciones Exteriores”, dice categórico el poeta y cantautor chileno, insistiendo que la poesía “es un género que existe a pesar de muchas cosas”, especialmente en un contexto neoliberal que define como “desbocado” y que por ende, suele considerar a la escritura como un “oficio inútil”.

Entonces, “¿qué sentido tiene?”, se pregunta, “¿para qué lo haces?”, insiste. La respuesta la ofrece en el acto en esta entrevista con El Arrebato, y con la rapidez que lo caracteriza, sentencia: “Alguna vez describí la poesía como un palito que sirve para rascarse la espalda donde tú no puede llegar con las manos. Y te causa un alivio. Eso es la poesía”.

Por Jimena Améstica Zavala

“Mis canciones nunca golpearán los charts/ por eso las quiero más/ porque son chicas, cafés/ porque a la gente le gustan/por un rato no más/ pero nadie se interesa realmente en ellas”, recita Mauricio Redolés, en el poema “Mis canciones”. Hoy, a casi 40 años de su publicación, el poeta y músico chileno, mantiene la certeza de esos versos, asegurando que lo que planteó en ese entonces “ya está absolutamente comprobado”.

“Yo estoy haciendo un camino muy especial”, aseguró en esta conversación sostenida durante la Feria Internacional del Libro, Liber, desarrollada en octubre de 2025 en Madrid y donde Chile fue invitado de honor. En medio de un cóctel ofrecido por la delegación nacional, el ruido no suprime su voz. La conversación se pausa con el ir y venir de quienes se acercan para saludarlo, pero no pierde el hilo e insiste en que su camino “se aparta del natural”, refiriéndose a su posición política como “inflexible”: “Yo no soy monedita de oro. No le caigo bien a todo el mundo. Y es mi destino, es lo que yo escogí y no me quejo. Reclamo, sí. Reclamo a patadas y a codazos que me den un lugar“.

Y es que, sus proyectos artísticos no se detienen y hoy funciona con varios grupos de música de forma simultánea. Desde hace ocho años ha recorrido Chile y el extranjero junto al guitarrista Taku Tricot, unión que denominaron “Los Raros”. Al dúo se suma el conjunto multi instrumental “Lavanda”, grupo que lleva el mismo nombre de su último disco. Y su tercera formación fue bautizada como la “Supertranki”, en recuerdo de su fallecida mascota, el gato Supertanker. Sobre próximas publicaciones, contó que está preparando una antología de crónicas, además lanzó semanas atrás un libro donde recopila los carteles más icónicos de sus tocatas.

El artista, reconoce a Carlos Droguett y a Roque Dalton como sus maestros. “Droguett era un señor considerado un cascarrabias, un tipo que no transaba con nadie; y yo soy un poco así. Y Dalton, quien murió fusilado por sus propios compañeros. De alguna forma u otra, ando pisando callos. Es difícil mi camino. Yo lo escogí, no me quejo, pero sí, reclamo por una mayor presencia y seriedad. La que se expresa en los recitales que hago de manera independiente en Chile, con mucho esfuerzo”.

-“Redolés Lavanda”, tu último disco, no es una excepción…

‘Redolés Lavanda‘, incluye un poema a Ana Frank donde me echo a todos los judíos encima; y el poema “El Finao” dedicado a Allende, me echo a todos los fachos encima. Tengo una canción y un poema a Nelson Cabrera Vásquez, “El Neco”, un mirista que fue compañero de cárcel. Entonces, no es un disco que vayan a tocar mucho en la radio.

-Con anterioridad ya has dejado en evidencia y apuntado a que en ciertos espacios no le dan cabida a tu música ni a tu poesía. Cumpliste 50 años de carrera, ganaste el Premio a la Música Nacional Presidente de la República, y te nominaron en dos categorías de los Premios Pulsar ¿Cómo lo ponderas?

Cumplí 50 años cantando. A la sociedad del derecho de autor que hace una fiesta anual, le solicité con seis meses de anticipación estar presente y no me invitaron. A Mauricio Redolés, que es patrimonio vivo de lo que fue la lucha por la democracia de miles de jóvenes en Chile. Mauricio Redolés, que tiene una obra que le ha valido el Premio Nacional de Música. También, en la última fiesta de Pulsar estuve nominado a dos categorías. Pero, obviamente no gané. Porque le canto a Allende, al MIR, a los palestinos, rescato a Roque Dalton. Ósea, de una forma u otra, estoy apostando a lo mío. Creo en lo mío. Y voy a seguir en eso.

VOLVER A LA POESÍA

Ya no tengo chicle e´ menta, garabatos, bicicleta,
sólo tengo el futuro entre el pecho y la espalda
ojos puesto en cordillera, en mi casa y en un tiempo
que es nuestro estoy seguro, que es nuestro compañer
o

“Ya no tengo”

Caminando por los pasillos alfombrados de la Feria del Libro, Redolés volvió a recordar el día en que regresó a la poesía. Dice que no pensaba en ello desde hace mucho tiempo. La había abandonado en 2003. Y si bien, dice que hasta hoy se pregunta el porqué, con el tiempo ha encontrado algunas pistas.

Porque la poesía, insiste, “es un ángulo de entrada en una atmósfera de un planeta ‘X’, que si tú, no entras en el ángulo correcto puedes rebotar. Ahora, si entras en un ángulo muy recto puedes hacerte trizas en la superficie del planeta”.

Esta explicación en clave, la continuó con el relato de un encuentro fortuito un día del año 2017, cuando miraba libros en una cuneta del Barrio Yungay en Santiago. Esa conversación, contó, detonó su regreso a la poesía:

—Oye, ¿este viejo fue acusado de pedofilia?, preguntó un hombre parado a su derecha.

Otro le respondió:

—Sí.

Entonces intervine y pregunté:

—¿Y eso cuándo fue?

Me contó, y mientras hablaba me fui acordando. Nos pusimos a conversar un rato y, después de un momento, le dije:

—Bueno, yo voy caminando.

Ahí me dijo:

—Yo voy para donde vas tú también.

Me llamó la atención que supiera hacia dónde iba, pero seguimos caminando, y al final resultó que vivíamos como a media cuadra de distancia.

Durante el trayecto me contó que era poeta y que tenía un trabajo recién escrito.

—Mándamelo —le dije—. Como yo hago talleres, te doy mi correo.

Llegué a la casa, pasaron dos días y me llegó el poema. Ese poema me hizo volver a la poesía después de años.

“Y estoy contento”, añadió, precisando que hoy puede discernir entre un poema y todo lo demás. “A mí me encantan los chistes como forma literaria”, dijo como ejemplo, y con la sonrisa que lo caracteriza contó uno de hipopótamos:

—Un hipopótamo le pregunta a otro hipopótamo: “¿Qué te parecen las hipotecas?”
—Y el otro hipopótamo le responde: “Me encanta que haya lugares dónde podamos ir a bailar”.

NO CREER EN EL PODER

Huye, Ana Frank
Del fósforo blanco
Que quema tus bellos ojos
Y hace tus pulmones imposibles
Huye
De sus 815 grados
Y vuelve a Prinsengracht 263
Antes
Que la pesadilla nazi
Antes
Que el sadismo
Del ejército israelí

“Huye Ana Frank”

En sus talleres, Redolés le enseña a sus asistentes a diferenciar entre la poesía y otro tipo de narrativas. Y lo hace, citando a Enrique Lihn, cuando declara que “la poesía me ha dado otra especie de trabajo“. Es decir, añade el músico, “no es la crónica, ni el cuento, ni el relato. No es un chiste, es otra especie de trabajo. ¿Y en qué consiste? Linh dice: ‘en el manipuleo de una materia inagotable que se adhiere a las palabras’. Pero no son las palabras tampoco”, advirtió.

Por ello, añade a la ecuación el estudio del poema “Lo que me dijo un loco” de Roque Dalton. A través de él, contó, descubrió algo más de la poética: “‘Que los sedientos son la gran esperanza‘. Eso es super importante, es la cosa social. Y la otra: que ‘silbar en los parques es confesarse impotente de recuperar el vino de las palabras que uno dice de niño’. Es decir, los niños viven la poesía. Tu pierdes esa posibilidad, ese poder que tienen los niños a los siete años; ya a los nueve hablan como adultos. Entonces, al tratar de recuperar eso, no puedes y lo mejor es que confesarse impotente y silbar en los parques: hacerse los hueones en otras palabras”.

Entonces, ¿se puede llegar a definir el significado de la poesía?

La poesía es un lenguaje que no se puede explicar. No es una simple traducción mecánica de la realidad al lenguaje. La poesía es una realidad otra, basada en un lenguaje que la fecunda al aludirla. Por ejemplo cuando Roque Dalton, en su poema ya citado ‘Lo que me dijo un loco’ dice:

Me contaste que hay algo que se llama luz imposible de explicar con las manos

La poesía en el sentido de estos versos es imposible de traducir a lenguaje alguno que no sea el propio. se vale a sí misma. Luz es imposible de explicar con las manos. Poesía es imposible de explicar con las manos. Donde el lenguaje no alcanza, es el momento de la poesía.

Y siguiendo con la visión de la poesía que está en el poema de Dalton ya aludido, cuando el loco dice en los dos últimos versos:

y que no debería creer nada de lo que hablan desde el otro lado de las rejas.

¿Y quién habla desde el otro lado de las rejas? El poder.

Por lo mismo, el autor insiste en que “la poesía consustancialmente es lejana al poder, y yo al poder no le debo creer nada . Yo por ahí me voy, y eso me ayuda un poco más a moverme en lo que escribo como poesía”.

-¿Y qué pasa con el mundo de las letras, con la institucionalidad -como ciertas organizaciones- o la mismas crítica literaria chilena? ¿Todos pueden escribir? ¿Quién define que algo es o no es poesía?

Yo hice talleres ocho años en las cárceles y allí me di cuenta. Me acuerdo de uno de los integrantes: vestía un chaleco de lana roto, unos pantalones abiertos, sin marruecos; se le veían los genitales. Andaba defecado y a pie pelado. Ese era un integrante de ese taller. Y llegó con un poema. Cada palabra la terminaba con un punto. Si él, con esas condiciones mentales -porque estaba en lo que llamaban el ‘pabellón de los locos’ en la peni, en Santiago- … ¿qué le puedes decir tú? ¿Que esto no es un poema? No puedes decirle eso. ¿Cómo podrías?

Es más, había un integrante que era analfabeto, con diagnóstico de esquizofrenia y que había matado a un carabinero. Durante años había sido un niño de la calle -los que llamaban pelusas en los años 60 y 70- tal vez este hombre había sido uno de los niños que impresionó a Silvio Rodríguez por andar a pie pelado, vestidos con andrajos pidiendo comida. En la canción “Santiago de Chile”, él dice: “Allí amé a una mujer terrible, niños mendigos de la madrugada”. Eran unos niños, a lo mejor estaba este cabro. ¿Por qué no? Vivía en el cerro Santa Lucía en una cueva. Y él con los tiempos mató a un carabinero y llegó a mi taller. Me dijo: ‘yo soy analfabeto, no sé leer ni escribir. Pero soy poeta’. ¿Qué le vas a decir tú?

Entonces, si llego a ese extremo te puedo decir que todo el mundo es poeta , todo el mundo escribe. Pensemos que la escritura, la poesía escrita tiene no sé, 8 mil años,7 mil años, 6 mil años, desde que se inventó, desde que nacieron los primeros poemas. Pero el ser humano tiene 1 millón de años o 500 mil años. Y en todo ese tiempo, ¿no habían poetas? Claro, era poesía oral, como la poesía mapuche.

-O como los mismos cantos Selk’nam

Claro. Nosotros tenemos una conversación y de repente también estamos haciendo un poema. ¿Y qué es un poema? Etcétera. ¿Qué podría definirlo? Tal vez que estamos hablando de algo que no podemos explicar con las manos, como diría Roque Dalton. O también, que estamos haciendo otra especie de trabajo como diría Enrique Lihn.

La poesía es como un río. Como diría Alejandra Pizarnik: uno nunca termina un poema, lo abandona, que es distinto. Un cuento lo puedes terminar, por cierto. Pero un poema tienes que abandonarlo, porque podrías seguir eternamente poetizando lo que quieres decir.

-Dijiste que la definición de la poesía es un “etcétera”. Y también escribiste entre comillas hace años que “por extraño que pueda parecer he creído siempre que el fútbol tiene algo en común con la poesía”. ¿Cómo lo definirías ahora?

Alguna vez describí la poesía como un palito que sirve para rascarse la espalda donde tú no puede llegar con las manos. Y te causa un alivio. Eso es la poesía, es poder decir de una forma u otra, ya sea narrativamente, antipoéticamente, cotidianamente, de manera crítica, algo que nadie va a entender. Que tu te entiendes a ti en ese momento, pero a lo mejor dos horas después, ya no sabes lo que quisiste decir.

La poesía es un género que existe a pesar de muchas cosas. Porque además es completamente inútil y en una sociedad donde todo tiene que tener una utilidad, con el neoliberalismo desbocado: practicar, hacer una actividad o un oficio inútil ¿Qué sentido tiene? Y esto está muy arraigado en la gente, en el pueblo, en Chile, de que el poeta ‘es un hueón inútil’, que ‘no sirve pa’ ni una hueá’. Y ahí viene la pregunta: ¿para qué lo haces?

-¿Volvemos a corroborar que la poesía no baila ni conversa con el poder?

Ricardo Lagos Escobar, hablaba de lo inútil refiriéndose a la música, que es otra especie de poesía: decía ‘amigo, estamos haciendo esto, para no hacer estas otras cosas. Y lo demás es música, lo demás es poesía’.

Ósea, lo demás es ‘una hueá que no sirve’. Y esa es la visión que tiene el poder de la poesía. Siempre el poder va a tratar de encontrarle una razón utilitaria a la poesía: ya sea en un poema para la memoria de los héroes patrios, o el poema a la bandera; es el poema al poder. ¿Qué sentido puede tener, cuando la poesía rehuye del poder?

Platón consideraba que los poetas eran seres que no debían acceder al poder, como lo dijo de las mujeres. Entonces, ahí está todo claro. Los poetas son una anomalía en toda sociedad. Excepto en ciertas civilizaciones o tribus.

En algunos talleres usaba un cuento de Jorge Luis Borges, para explicarlo. Hace tiempo que no lo uso: “El Etnógrafo”. Tú no escribes poesía para obtener un trabajo en el Ministerio de Relaciones Exteriores, por así decirlo. Son planos distintos. Por eso ese cuento me gusta, trato de que la gente lo lea y lo piense.

El ARTE FRENTE A LA ULTRADERECHA

ves Georgina
te has manchado el rostro al mirar hacia el puente
toma este poema
límpiate

como ves
acá no hay héroes
y esta tierra aún es muy pobre.

“Verde susurro pa Georgina”

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“Viva Pinochet”, gritó una mujer durante la presentación de Redolés en la Feria del Libro de Madrid. Su arenga quedó prendida en quienes miraban al artista, mientras ella salía de la sala con rapidez para escapar por los pasillos. Una de las testigos le siguió el paso y la encaró: ¿Te atreverías a gritar ‘Viva Franco’ en medio de toda esta gente?, le preguntó. No hubo respuesta.

“Ha costado mucho mantener la memoria viva”, insiste el poeta. “Una mujer grita ‘Viva Pinochet’. Eso significa: ¡que vivan los torturadores que quemaron con aceite hirviendo a mujeres embarazadas! ¡Que vivan los que hicieron desaparecer de manera horrible a cientos de chilenos! ¡Que vivan quienes instauraron un orden que causó un daño enorme al alma de Chile! ¡Que vivan quienes cometieron crímenes horribles contra la literatura y la música!”.

El artista insiste, en que episodios como este, confirman que el mundo enfrenta una deriva totalitaria y negacionista de las violaciones a los Derechos Humanos. Y en Chile, el panorama no es distinto. Aún más, después del resultado de las elecciones presidenciales del pasado domingo 16 de noviembre, que le dieron el paso a segunda vuelta a la ultraderecha del Partido Republicano con José Antonio Kast a la cabeza, abriendo el camino para que dispute su llegada a La Moneda con la representante progresista del oficialismo, Jeannette Jara.

Según Redolés, un eventual triunfo de la ultraderecha “es jugar con fuego”, pues “no sabemos hasta dónde pueden llegar en su embestida mundial contra los Derechos Humanos. Vemos lo que está pasando en la Franja de Gaza, vemos a Trump. Es peligroso”.

En la misma línea, recordó el revuelo que causó un estudiante que defendió al dictador en una sala de clases. “El profesor le dijo que se callara. Se armó tamaño escándalo porque le gritó. Pero nadie hizo un escándalo porque un niño estaba defendiendo un régimen oprobioso. Se tapó el problema real por un exabrupto de un docente que estaba cansado, al borde de un ataque de llanto. Todo eso lo vamos a pagar como país”.

-Entonces, cabe preguntarse y al ver el triunfo en Argentina de Javier Milei, la gestión de Donald Trump o lo que fue Jair Bolsonaro en Brasil ¿Cómo enfrenta el arte, la poesía y las letras un país donde crece el negacionismo y podría ser gobernado por un presidente de ultraderecha?

Sí. ¿Hasta dónde nos hacemos responsables de lo que ocurre? Es una duda que queda planteada ¿Cómo podemos volver a ser un país sensato?

Ahora bien, ¿cuál es el problema que subsiste? Y es que, al tener un país con pobreza, con desigualdades sociales horribles, con desnutrición, analfabetismo, con un espíritu subyugado antes los colonizadores como Estados Unidos, siempre va a haber una lucha. Y siempre que hay una lucha, va a haber un poder que se va a oponer a esa lucha, llegando al crimen si ve en peligro sus privilegios.

Entonces, para terminar eso, hay que terminar con ese poder culturalmente. No significa asesinar a nadie, no significa torturar ni matar. Se necesita cultura. Un pueblo culto, es un pueblo que no se deja avasallar.

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