¡Ay, Señora! Me declaro SALVAJE

Por Turquesa Lila Mentolada
Vía Revista Errática, N°1 Mujer Salvaje
Salvajes. Así se nos llamó desde la perspectiva de la crónica española, desde aquella territorialidad conquistadora-colonizadora. En sí, por no corresponder específicamente con dos matices que insisten constantemente dichas perspectivas: la civilización y la normalidad, como parte de un proyecto llamado Modernidad. La misma que desde la lectura de estos nortes occidentales se debía situar desde cierta construcción territorial, en que distintas formas de vida fuesen participes, posicionando en un sentido jerárquico lo humano, aquello no salvaje ni bestial, sino muy cercano a lo normal y funcional desde características: ciudadano, funcional y moralmente católico.
La “O”, es una letra muy importante que va a tomar el centro de la valorización y colonización, donde decimos explícitamente: “Hola Patriarcado”. Esta “O” obligatoria, situada desde la rigidización y hegemonización de la masculinidad como El conquistador, El fundador, El patriarca y El hombre.
Así, todas aquellas percepciones u formas de percibirse-sentirse desde lo que hoy a mi me acomoda decir sexualidad o maneras de vivirse en sexualidad otra, queda marginada a los bordes y desbordes de esta construcción.
Y se complementa con los otros aspectos que nos presenta la construcción territorial de este proyecto (o más bien destrucción: constante devastación); lo que desde estos mundos nortes se plantea como “Raza” y la respuesta única de la naturaleza humana —ser hombre o ser mujer—, que implica otra marginalización e intento de borradura (desde estas líneas) a aquellas corporalidades que no significan específicamente el ser blanco y el ser obligatoriamente hombre o mujer; aquello que no se puede nombrar (sodomita, nefando).
Ahora, lo que ocurrirá desde aquellos 500 años aproximadamente hasta ahora será la constante actualización del alcance que acabo de hacer, en complemento de otros que por ahora no haré y tal vez no diré (porque una no puede abarcar todo po’ niña).
Este volver al salvajismo, este volver a la bestialidad, este volver al tribalismo hoy en día prefiero comprenderlo como ese rescate de memorias que se han intentado silenciar y borrar. Me hace sentido como un quiebre al pacto cómplice con el proyecto llamado Modernidad y, por ende, la grieta en aquello que hemos aprendido así como desaprendido a vivir llamado civilización y normalidad. Porque eso huele a sangre y muerte, que se ha intentado encubrir en un montaje que nos ha condenado a esta jaula llamada Nación, Estado, Desarrollo, Occidente, Superior, etc.
Pero, como una vez me señaló una amiga llamada Gabi, los procesos son contradictorios y como yo he deseado matizarlo: los procesos se viven a contrapunto.
¿Qué es lo que he escuchado estos últimos años en las calles, en mi experiencia, en Valparaíso e Illapel? Leyes, empoderamiento, dictar, justicia, pedir, exigir, demandar al Estado por la reparación y cumplimiento del sistema jurídico en nuestras violencias históricas. Y aquí, mi ciela, a mí no me huele a vivirse salvaje. Más bien, me huele a vivirse normal, a re-actualizar, a re-formar- como dirían las duras-. Y, si algo me he captado escuchando a estas señoras feministas del Abya Yala, es que ese feminismo institucional, burocrático y re-actualizante de la colonización patriarcal ya no es LA RESPUESTA.
Y es que la normalidad, a todas, todos y todes nos ha jugado en contra; hemos sabido poner en rienda muy bien, a hallar y hacer aquellas RESPUESTAS, porque hay que hacerlo desde LA FORMA, siguiendo EL MÉTODO. Como nos dijeron los feminismos negros: no quiero que sea MI respuesta, ni mi Forma, ni Mi método, porque cuando eso significa representar, hablar de mayorías y minorías, de quién tiene más violencias y quién tiene menos violencias, de quién se porta mejor y quien se porta peor…ya no me hace sentido.
¿Y es que a quién quieres meter a la cana?
¿Sobre quién quieres que se aplique el mazo de la justicia?
¿Qué quieres que te proteja?
¿Qué quieres que te cuide?
¿Quién quieres que te proteja?
¿Quién quieres que te cuide?
¿Quieres que te vigilen?
¿Quieres que te espíen?
¿Cómo vivirse salvaje si aún deseamos tener una cadena al cuello del Papito Patriarcado? ¿Cómo vivirse salvajes si aún deseamos estar dentro de la jaula del Papito Colonización? ¿Cómo vivirse salvajes si aún queremos que nos den el plato de comida y agua el Papito Estado? ¿Acaso, con tantos siglos, no nos hemos convertido en nuestro propio patriarca? ¿Acaso no nos hemos convertido en nuestro propio colonizador? ¿Acaso no nos hemos convertido en nuestro propio Estado? ¿Tal vez será por eso que el “espacio seguro” es una ficción? ¿“Mujeres y disidencias” es una ficción? ¿La “revolución feminista” es una ficción? ¿O tal vez simplemente vivimos en exceso de realidad?
Es por eso que yo prefiero soñar con fantasías, mundos en constante viaje que nos distancian de aquella Real-Normalidad. De esa rigidez que comienza a dictar y legislar las formas de vivirse y actuarse en la cotidianidad.
