69 años sin Bertolt Bretch: “No escriba que me admira; escriba que fui incómodo”
Por Jimena Améstica

“No escriba que me admira; escriba que fui incómodo y que también después de mi muerte pienso seguir siéndolo. Incluso entonces hay todavía ciertas posibilidades”. Este fue el mensaje que Bertolt Bretch le transmitió poco antes de su muerte a Karl Kleinschmidt, pastor luterano y publicista.
El dramaturgo y teórico teatral fallecería el 14 de agosto de 1956 en la Alemania Oriental; y sus palabras terminarían siendo conocidas por el mundo después de que el religioso las citara en un artículo de obituario que le dedicó en el Berliner Zeitung.
Brecht se convirtió en uno de los dramaturgos y teóricos teatrales más importantes del siglo XX. Es conocido por desarrollar el “teatro épico”, un estilo que buscaba hacer al espectador reflexionar críticamente sobre la acción en escena en lugar de identificarse emocionalmente con ella. Así dejó obras como “La ópera de los tres centavos” (1928), “Madre Coraje y sus hijos” (1939) o “El círculo de tiza caucasiano” (1944).
Por sus ideas políticas de izquierda y su oposición al nazismo, el poeta fue obligado al exilio tras el ascenso de Adolf Hitler. Con mayor convicción siguió produciendo obras y escribiendo desde distintos países como Dinamarca, Suecia y Estados Unidos. Fue en 1948 cuando regresó a Alemania Oriental, donde fundó el Berliner Ensemble, un teatro dedicado a su estilo épico.
Desde allí continuó escribiendo hasta su muerte en 1956. Aunque la causa oficial de su deceso fue un infarto, en 2006 el diario berlinés Der Tagesspiegel publicó un discurso de Erich Mielke, entonces director de la Stasi, en el que admitía que Brecht había planeado denunciar a un alto funcionario de la seguridad del Estado poco antes de su muerte. Aunque Mielke no lo afirmó explícitamente, sus palabras sugieren que la Stasi pudo haber influido en su tratamiento médico, lo que alimentó teorías de un posible envenenamiento deliberado.
Sin embargo, Barbara Brecht-Schall, hija del dramaturgo se mostró escéptica a la teoría de un complot, aunque reconoció que los médicos que lo atendieron cometieron errores en su tratamiento: “No creo en el complot, aunque admito los errores de los médicos respecto a los cuidados que le prodigaron a mi padre”, comentó.

Cuando se cumplen 69 años de su partida, su obra intelectual y de compromiso social continúa vigente y como él mismo lo pretendía: incomodando como en sus inicios. Aquí hay tres de sus poemas:
A LOS QUE VENDRÁN DESPUÉS
1
Realmente vivo en tiempos sombríos.
La inocencia es locura. Una frente sin arrugas
denota insensibilidad. El que ríe
es porque todavía no ha oído
la terrible noticia.
¡Qué tiempos son estos, en que
hablar sobre árboles es casi un crimen
porque implica silenciar tanta injusticia!
Ese, que cruza tranquilamente la calle,
¿será encontrado cuando los amigos
necesiten su ayuda?
(…)
(En “Poemas” 1913-1956)
ENTRE LOS DE ARRIBA
Entre los de arriba
hablar de comida es considerado bajo.
Ésta es la razón: ellos
ya han comido.
Los de abajo tienen que abandonar la tierra
sin haber comido un poco
de buena carne.
Están demasiado cansados
para pensar de dónde vienen y
hacia dónde van
en las lindas noches.
Todavía no habrán visto
las montañas y el amplio mar
al cumplírseles su tiempo.
Cuando los de abajo
no piensan en los de abajo,
no suben.
A LOS QUE DUDAN
Nuestra causa va mal.
La oscuridad aumenta. Las fuerzas disminuyen.
Ahora, después de haber trabajado durante tanto tiempo
nos hallamos en una situación peor que al comienzo.
Sin embargo, el enemigo sigue ahí, más fuerte que nunca.
Sus fuerzas parecen acrecentadas y presenta un aspecto
invencible.
No se puede negar que hemos cometido errores.
Nuestro número se reduce. Nuestras palabras de orden
se encuentran en desorden. El enemigo
distorsiona muchas de nuestras palabras hasta hacerlas
irreconocibles.
Aquello que dijimos, ahora parece falso: ¿Mucho o poco,
con qué contamos ya? ¿Somos lo que ha quedado,
marginados de la corriente de la vida?
¿Marcharemos hacia atrás, sin nadie que nos comprenda
y sin comprender a los demás?
¿No hemos tenido suerte?
Tú preguntas estas cosas. No esperes ninguna respuesta
salvo la tuya.
(En “Poemas” 1913-1956)