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[OPINIÓN]La democracia en juego: la urgencia de enfrentar el populismo reaccionario de Kast, Kaiser y Matthei

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Por Diego Verdejo Cariaga, Sociólogo Magister en Análisis Sistémico y candidato a doctor en Ciencias Sociales

El triunfo de Jeannette Jara en las primarias presidenciales de Unidad para Chile es, sin duda, un hito histórico. Marca un giro hacia un proyecto político de profunda transformación social, desafiando frontalmente el discurso reaccionario y extemporáneo de las derechas chilenas. En este contexto electoral, resulta imperativo desmontar de manera categórica las estrategias de desinformación y miedo que José Antonio Kast, Johannes Kaiser y Evelyn Matthei, principales voceros del populismo autoritario nacional, han comenzado a desplegar.

La ultraderecha chilena, liderada por Kast y Kaiser, junto con la derecha tradicional representada por Matthei, ha vuelto a desempolvar una retórica anticomunista propia de la Guerra Fría, tan anacrónica como políticamente irresponsable. A estas alturas del siglo XXI, recurrir a imágenes caricaturescas de tanques soviéticos, muros de Berlín o regímenes totalitarios para atacar una candidatura democrática de izquierda no sólo es intelectualmente deshonesto, sino que revela una pobreza argumentativa alarmante. Es preocupante que estas figuras apelen reiteradamente a emociones básicas como el miedo y el odio para ganar adeptos, en lugar de plantear debates serios sobre el futuro del país.

La campaña de desinformación ya se ha puesto en marcha. Durante procesos electorales recientes, según datos del Observatorio de Desinformación de la UDP (2022), Chile experimentó una explosión de cuentas falsas en redes sociales orientadas a diseminar mentiras y teorías conspirativas. Este modus operandi se ha replicado en toda América Latina: según la Fundación Interpreta (2023), un 72 % de los contenidos virales durante elecciones recientes en la región fueron falsos o engañosos. La estrategia es clara: destruir la confianza en las instituciones democráticas para pavimentar el camino hacia liderazgos autoritarios, demagógicos y retrógrados.

José Antonio Kast, cuyo discurso se nutre del nacionalismo extremo, el negacionismo histórico y un desprecio explícito por los derechos humanos, encabeza este movimiento reaccionario. Johannes Kaiser, por su parte, personifica la peor versión del populismo ultralibertario, combinando la xenofobia explícita con propuestas que rayan en la irresponsabilidad social. Evelyn Matthei, aunque pretenda posicionarse como una alternativa más moderada, es cómplice al legitimar implícitamente estas formas de hacer política, dejando el camino despejado para que los extremos se radicalicen y ganen terreno.

La reciente encuesta CEP (mayo 2025) revela que casi la mitad (48%) de los votantes cercanos a Kast justifican aspectos del régimen dictatorial de Pinochet. Esto no es casualidad: refleja una estrategia deliberada de blanqueamiento histórico, una apuesta al olvido, y al mismo tiempo un aviso claro del peligro que acecha a la democracia chilena.

Jeannette Jara, en contraste, representa la posibilidad real de avanzar hacia un Estado que garantice derechos sociales fundamentales, profundice la democracia territorial y fortalezca los lazos comunitarios. Apoyarla no es una cuestión ideológica radical ni un acto de nostalgia revolucionaria, sino la única respuesta democrática posible frente a una derecha que, incapaz de proponer futuro, se refugia en fantasmas del pasado.

Como señala Judith Butler, la violencia política no se limita al ámbito simbólico: tiene consecuencias reales, materiales y corporales. Este recordatorio es crucial para comprender las amenazas concretas que representan liderazgos autoritarios como los de Kast, Kaiser y Matthei, quienes apelan a discursos que legitiman diversas formas de exclusión y agresión contra grupos históricamente marginados.

Hannah Arendt señalaba en su análisis sobre el totalitarismo que la indiferencia social frente al extremismo constituye una amenaza más grave que el extremismo en sí mismo. En este sentido, resulta fundamental evitar cualquier actitud de apatía o pasividad que pueda favorecer el ascenso de liderazgos basados en la mentira sistemática, la violencia simbólica y material, así como el rechazo abierto a la pluralidad democrática, poniendo en riesgo real la integridad física y social de comunidades enteras.

En noviembre, Chile no enfrenta simplemente una elección presidencial, sino una encrucijada histórica: defender una democracia auténtica y plural frente a la amenaza real y concreta del autoritarismo reaccionario. Kast, Kaiser y Matthei no representan opciones democráticas, sino variantes peligrosas de un mismo discurso retrógrado, cuyo único propósito es preservar privilegios mediante el miedo, la mentira y la exclusión. Ante esta amenaza explícita, el silencio o la indiferencia equivaldrían a complicidad.

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