¿Dónde empieza la violencia?

“El feminismo va por mucho más que la “igualdad”, como tanto se dice, el feminismo viene a cuestionarlo todo, no queremos ser mujeres con poder para sostener todo este sistema destructivo, el horizonte propone movimientos profundos, donde todo se transforma (…) no se puede pensar en esta violencia sistemática sin pensar en la modificación de la triada inseparable que se retroalimenta: capitalismo, colonialismo y patriarcado”.
Por Veroka Velasquez, realizadora audiovisual e ilustradora
En momentos donde el gobierno de Javier Milei en Argentina tomó de blanco el movimiento feminista y LGTBIQ+, me da pie a remover nuestra lucha que por años viene imponiéndose en agenda política. Imponiéndose, porque la lucha tiene su origen en la calle y desde el feminismo, la actualidad nos muestra que la lucha feminista significa mover todas las estructuras y no conformarnos con algún que otro artículo en una ley.
El feminismo va por mucho más que la “igualdad”, como tanto se dice, el feminismo viene a cuestionarlo todo, no queremos ser mujeres con poder para sostener todo este sistema destructivo, el horizonte propone movimientos profundos, donde todo se transforma, no es ocupar el lugar del hombre en este círculo de violencias, por lo menos desde mi perspectiva.
No se puede pensar en esta violencia sistemática sin pensar en la modificación de la triada inseparable que se retroalimenta: capitalismo, colonialismo y patriarcado.
El machismo es violencia, es la violencia que sostiene este orden, es una matriz de aprendizaje vincular, de roles pre establecidos, se aprende en la escuela, en la familia, en la sociedad, en el barrio, se da por que habitamos un sistema que avala un modelo de dominación de algunas personas sobre otras, por su género, raza, clase, roles, etc. Esta masculinidad es tan violenta como el estado, construido sobre la sangre y la dominación de los pueblos originarios, las mujeres, sobre el abuso de unos sobre otros y el saqueo de la tierra.
Cuando se entienda que las problemáticas de género no son sólo problemas de las mujeres y diversidades, quizá se deje de estigmatizar, ¿eso será bueno?, ¿que ya no moleste? Tampoco imagino un feminismo que no incomode y que no esté todo el tiempo sumergido en un caos buscando cambiarlo todo.
Más del 85 % sufrimos, o sufriremos violencia, por el hecho de haber nacido “Mujer”.
Para que el feminismo llegue a la agenda política hay una enorme gastada de zapatos. Construyendo sentido, hablando lo que no se habla, nombrando la violencia, entendiendo que en los silencios una palabra puede modificar un infierno.
En esa dialéctica, en ese cruce transversal entre los territorios, academia, escuela, barrio, mural, mate,..etc., es donde vamos tejiendo la red que necesitamos para sabernos, construir y apropiarnos de las herramientas necesarias para que cuando llegue el momento, saber qué hacer, o al menos hacer lo posible para que la compañera/e no sea un número más en las estadísticas de muerte que gritan que hacen falta políticas públicas y que no podemos no tocar el tema, porque la sangre sigue corriendo y es la nuestra.
Pero tampoco olvidemos que este sistema beneficia a más de une, mientras tanto seguiremos en las calles hasta que nos escuchen.